Hay quien busca similitudes entre el Jaialai y los juegos de los nativos americanos. Es cierto que se pueden encontrar semejanzas si se pone voluntad en ello pero por origen, objetivo y desarrollo del juego da la impresión de que necesitamos apretar demasiado los hechos para afirmar tal semejanza.  Vamos a repasar un poco, de forma somera, estos hechos y después cada uno podrá opinar según su parecer.

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Cuando decimos que el jaialai es una especialidad o variedad del juego de pelota que entra dentro del capítulo “herramienta” estamos llegando, sin querer, al origen de estás prácticas. No debe haber duda de que el juego es una parte necesaria de la educación de todos los animales, dado que es una parte del entrenamiento que permitirá mejor desenvoltura al llegar a la etapa adulta. Dicho de otro modo, jugar es practicar para vivir. El juego permite desarrollar la inventiva, la estrategia y las cualidades físicas de cada cual. Los humanos tenemos algunas cualidades claramente diferenciadores del resto de los seres vivos conocidos. Tenemos por un lado la palabra, sin la cual se nos antoja imposible avanzar como comunidad a través del tiempo. Tenemos el sentido de cooperación, que nada tiene que ver con las asociaciones del reino animal, siendo éste mucho más amplio y complejo, y finalmente podemos hablar del uso de la herramienta, uso que suele ser mal interpretado en muchas opiniones. Vamos a fijarnos en esto último como punto de partida.

Hoy en día se tiende a asimilar el hecho del uso de algunos animales hacen uso de elementos tomados de la naturaleza con el uso de los humanos de las herramientas. De este modo se considera que el simio que usa un palo para atrapar hormigas está haciendo uso de una herramienta; esto no es del todo correcto. El uso de una herramienta se basa en cuatro puntos. Observación, abstracción, construcción y evolución.

  • Observación supone asumir el funcionamiento de un órgano y pensar en su potenciación para hacerlo más eficiente. Una piedra es más resistente que un puño. La piedra en la mano hace a ésta más eficiente para, por ejemplo, romper la cáscara de los frutos. En esto no hay diferencias entre humanos y simios, por ejemplo..
  • Abstracción es lo que permite seleccionar elementos que pueden comportarse como nuestros órganos. Es un ejercicio mental que los animales no hacen. El uso de la herramienta pensada y diseñada no obedece a la casualidad sino al diseño. Observar que el brazo más largo hace más fuerza y pensar que la piedra atada a un palo puede sustituir y alargar nuestro brazo es un proceso mental que ningún animal lleva a cabo salvo el ser humano. Aquí comienza la diferencia. No se trata sólo de preservar la mano, sino de multiplicar la fuerza aplicada. Piedra más palo igual a maza.
  • Construcción. Los animales seleccionan elementos, pero se quedan ahí. Nosotros construimos aplicando soluciones de conjunto que unen dos o más selecciones que interpretan el principio de la conservación de la energía. La cuña, la palanca, la polea e incluso la mítica rueda son herramientas que adquieren la categoría de máquina y no lo hacen por casualidad, sino que son determinadas por una voluntad a  hacer lo que hacen.
  • Evolución. Hacer más eficiente esa máquina. Los monos antropoides llevan milenios usando el mismo palo o similares para los mismos usos. Su herramienta no evoluciona. Se usa y se desecha. No mejora en material, no se hace más duradera o más útil. Si el material de siempre no está a mano no hay herramienta.

Syracuse's Dan Hardy drives against Loyola's Nick Federici during the a college lacrosse game Saturday, March 28, 2009 in Baltimore.(AP Photo/Gail Burton)Vemos pues claro que para un humano jugar con herramientas forma parte de su desarrollo general. El uso de la misma será imprescindible para él en el futuro, bien sea para proporcionarse alimento, construir su hábitat o modificar el ambiente que le rodea para hacerlo más amable a sus necesidades. No es pues difícil entender que todos los pueblos, todas las culturas, han jugado y lo han hecho con herramientas desde el principio de los tiempos. Así pues, dada la uniformidad del ser humano es lógico que en todas las culturas, desde Asia hasta América, pasando por Europa dónde incluimos a los vascos, han jugado con herramientas muy similares, conformando juegos también muy similares.

¿Qué es jugar a la pelota?.

Jugar a la pelota es un entrenamiento de guerra. Suena fatal así, en seco, pero lanzar un  elemento lejos y con fuerza , cuanto más lejos, más pesado y más fuerte mejor, no es más que una habilidad de caza, de defensa o de guerra. Del mismo modo el evitar que te alcance lo lanzado por el enemigo, o que si lo hace te cause el mínimo daño, es el paso inmediatamente posterior al lanzamiento. La esquiva, el rechace o la recepción, son tan importantes como el mismo hecho de arrojar algo contra alguien. Para ser realmente eficientes necesitamos tener fuerza y precisión, aptitudes que no se consiguen si no se entena (se juega) con regularidad. ¿Cómo incrementar la fuerza? Ya lo hemos visto: Basta con poner el objeto sobre una extensión de nuestro brazo. Sin embargo no vale con ponerlo ahí, en el extremo de un palo, sino que necesitamos que se quede ahí hasta que toda la fuerza acumulada en la extensión se transmita al objeto y que entonces – y sólo entonces – se desprenda alejándose de nosotros en la dirección adecuada. Si lo pensamos un poco descubrimos que acabamos de describir un “xare” o el “crosse” de los indios americanos. Sólo falta elegir un blanco para las prácticas.

La Naturaleza como herramienta.

La fruta que captura el orangutan Utilizar una pared como blanco es una solución magistral por su simplicidad. Una superficie sólida vertical sirve de sujeción a los blancos, evita que si fallamos el proyectil se aleje demasiado y pueda herir a alguien por accidente y nos puede devolver el proyectil permitiéndonos practicar la esgrima. Damos a una pared un uso diferente del que tiene en su origen, y –por lo tanto- la hemos convertido en herramienta. Es una genialidad muy alejada de los que se tiende a considerar uso de herramientas por parte de los animales.

Los indios americanos (en especial los canadienses) usaron éstas técnicas como elementos de guerra. De hecho, mucho antes de que los vascos se enfrentaran a una pared, ellos jugaban a lesionar al contrario con éstas técnicas (se golpeaban con el xare para conseguir la pelota). Los pueblos  Cherokee, Onondaga y Mohawk, ente otros, “jugaban “ al “lacrosse” antes de que los franceses lo denominaran así y lo convirtieran en un deporte. Ahí termina la similitud con el Jaialai.  La cesta punta nace ya dentro de un frontón como disciplina deportiva y –a pesar del cine y algunos periodistas desinformados- nunca se usó en el “far west” para atacar diligencias (tampoco bailamos flamenco, que conste).  El juego del Lacrosse es un juego de equipo que se parece más al futbol o al hockey que a ninguna disciplina de pelota vasca. En su origen, “el juego del creador” (Lacross es una corrupción de la voz francesa “le crossier” como denominaron los galos al xare) y servía para resolver conflictos; el juego se extendía durante días en campos de kilómetros de longitud y según se dice hasta con 1000 contendientes. La pelota era de madera, piel de ciervo, barro cocido o simplemente una piedra redondeada.

la SipaPor seguir el razonamiento, podemos destacar que en Filipinas se juega un deporte antiquísimo llamado “La Sipa”, que en origen consiste en mover con los pies una pelota hecha de fibra de caña. Hoy se practica con una red separando los campos. Intentar buscar similitudes históricas con el actual fútbol o de cualquier otro tipo mas allá de las meramente formales carece de sentido. Todos los deportes contiene los elementos básicos de la vida. Lanzar, controlar, izar, correr, saltar o nadar están en los genes de la actividad física que. como ya hemos visto, nace de la necesidad de “entrenar para vivir” común a todos los seres humanos. Melchor Guruceaga adaptó una chistera a la mano que se había fracturado en México. Esto ocurrió a finales del siglo XIX, mientras que el Lacross “moderno” era ya practicado hacia el el añ0 1636.

Como vemos, nada que ver.

 

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